La cultura no es corrupción

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La política cultural del gobierno actual, profundamente antihumanista y reaccionaria por su repudio al carácter necesario y universal de la ciencia y el arte, aunada al atroz fenómeno de la pandemia, colocan a los editores y libreros independientes en una grave situación. Si pensamos que la población de lectores en México es reducida, resultado de una pésima educación en manos de los sindicatos, y que las políticas públicas de esta administración —y las pasadas— sólo benefician en la práctica a los grandes editores extranjeros; si pensamos, asimismo, que han desaparecido los programas de estímulo a la edición y a la traducción de libros de verdadera calidad crítica y que se fomenta el gusto por la literatura periodística (de nota roja), de propaganda a las ideologías en boga (el populismo estético en todas sus versiones) y con valores publicitarios para adecuarse al mercado, no a la lectura profunda y transformadora; y si pensamos, además, que la contracción económica, provocada por la idea aberrante de que se puede separar el Desarrollo del Crecimiento, disminuirá drásticamente la actividad cultural de la iniciativa privada; si pensamos, repito, en todo esto podemos decir que para la industria editorial mexicana y, sobre todo, para los editores y libreros independientes ha comenzado un periodo muy oscuro. 

Alejandra frausto secretaria cultura presidente



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